Probióticos para bebés: beneficios y usos
Los probióticos pueden ser herramientas útiles para modular la microbiota. Y sin lugar a dudas, tener una microbiota saludable es muy importante en los niños. En los mil primeros días de vida de los bebés se configura su comunidad microbiana y esto será clave para su salud futura. En este artículo descubrirás, cómo es la microbiota de los bebés y los niños, y qué probióticos pueden ser útiles en casos de diarreas, estreñimiento, cólicos o para acompañar tratamientos antibióticos.
Microbiota en bebés y niños
La microbiota va a comenzar a configurarse casi antes de nacer. La comunidad microbiana que conformará la microbiota de los bebés se ve influida por la de sus madres en gran medida y en ella impactan diferentes factores, que veremos a continuación.
Si un bebé nace por parto vaginal se impregna de los lactobacilos, microorganismos beneficiosos, que forman parte de la microbiota de las vaginas sanas. Sin embargo, si se nace por cesárea, adquieren menos lactobacilos y más bacterias propias de la piel o del entorno hospitalario.
También influye enormemente el tipo de lactancia. Los bebés que son alimentados con lactancia materna tendrán una microbiota intestinal dominada por bifidobacterias. Ya que la leche materna contiene estos microorganismos y, además, en su composición se encuentra un tipo de azúcar (llamando Human Milk Oligosaccharides) que no va a nutrir al bebé sino que favorece el crecimiento de estos microorganismos beneficiosos.
Con la introducción de la alimentación complementaria, en torno a los 6 meses de vida de vida, la microbiota sufre una transición. Pasa de ser poco diversa y estar dominada por bifidobacterias, a tener una mayor diversidad y riqueza. En torno a los 1000 días de vida se alcanza una microbiota más madura y estable. Introducir alimentos sólidos demasiado pronto (antes de los 4 meses) desplaza microorganismos asociados a los bebés por otros más relacionados con adultos, e incrementa el riesgo de obesidad y de patologías mediadas por el sistema inmune.
Hay otros factores además de la alimentación que ayudan a la maduración de la microbiota en los más pequeños. Un ejemplo es la convivencia con mascotas con pelo, que favorece una mayor diversidad y riqueza microbiana en los niños. Tanto es así, que estos niños con mascotas muestran un riesgo menor a desarrollar alergia, especialmente si este contacto es en el primer año de vida. También tener hermanos parece que favorece la configuración de una microbiota más madura. Por otro lado, crecer en ambientes rurales aumenta la exposición a microorganismos no patógenos, mejorando el desarrollo y respuesta del sistema inmunitario.
Antibi´óticos y probióticos
Los tratamientos con antibióticos, aunque son muchas veces necesarios, tienen un impacto en la microbiota. El efecto de estos fármacos sobre la comunidad microbiana se observa tanto en adultos como en niños es todavía peor, al tener una microbiota inmadura. Se asocia el uso de antibióticos en la infancia con un mayor riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades inflamatorias intestinales, asma o alergias, entre otros trastornos.
Se han estudiado diferentes especies probióticas tanto en la prevención como en el tratamiento de la diarrea por antibióticos, que es uno de los efectos secundarios más habituales.
Uno de los microorganismos probióticos más empleados en este sentido es Saccharomyces boulardii. Se trata de una levadura, por lo que no se va a ver afectada por los antibióticos que ejercen su acción antimicrobiana frente a bacterias, y ha demostrado prevenir estos episodios de diarreas. Otras especies probióticas que han demostrado utilidad son algunos lactobacilos, como por ejemplo L. rhamnosus GG. También la combinación de L. rhamnosus GG, L. acidophilus LA5 o B. lactis BB12 reducía el riesgo de sufrir diarrea en niños que tomaban antibiótico.
Diarreas en niños
La diarrea en niños puede tener distintas causas, como ya se comentó el uso de antibióticos puede ser una de ellas. Pero además, puede tener un origen infeccioso. En ese caso puede estar originada por virus como el rotavirus y norovirus, bacterias como E. coli entre otras, o parásitos.
Los microorganismos probióticos más empleados en caso de diarrea son S. boulardii, así como diferentes lactobacilos. L. rhamnosus GG demostró reducir la duración de la diarrea, el número de deposiciones, así como, el tiempo de hospitalización de niños con gastroenteritis aguda. También lograba reducir la duración de estos episodios, L . reuteri DSM 17938.
Cólico del lactante
El cólico del lactante es un fenómeno muy común sobre todo en los primeros 4 meses de vida, se caracteriza por un llanto prolongado y recurrente que tiene una causa justificada y no se resuelve atendiendo al bebé. Es un trastorno multifactorial, aunque su causa exacta se desconoce, se asocia con alergia a la proteína de la leche, intolerancia a la lactosa, reflujo gastroesofágico, exceso de gas, etc. Y cada vez es más evidente que un desequilibrio en la microbiota intestinal puede contribuir a su desarrollo.
Diversos estudios apuntan a que la colonización aberrante de la microbiota en esta etapa temprana de la vida podría causar los cólicos del lactante. Se describen diferencias en la microbiota de los niños que sufren este problema: tienen una menor abundancia relativa de Bifidobacterium, Lactobacillus. Y una mayor proporción de enterobacterias y otras bacterias gram negativas.
Esta disbiosis en los bebés puede favorecer procesos de fermentación y la producción de gas en el intestino. Así como el aumento de la permeabilidad intestinal, el incremento de señales pro-inflamatorias y la inflamación de bajo grado. Se cree que la disbiosis y la inflamación sistémica alteran la función del sistema nervioso asociado al intestino y también del sistema nervioso central, que estarían detrás de la dificultad de detener el dolor y del llanto en los bebés que sufren cólico de lactante.
Se han estudiado diferentes combinaciones probióticas en cólico de lactante. Una de las especies más estudiadas es L. reuteri . Se ha empleado L. reuteri solo o en combinación con B. lactis, S. thermophilus o incluso con L. rhamnosus GG. En general, los estudios reportan un efecto positivo de los probióticos reduciendo el tiempo del llanto del bebé por día.
Estreñimiento en niños
El estreñimiento funcional es un trastorno común en niños y adolescentes en todo el mundo. Se caracteriza por la dificultad de evacuar las heces (dolor), poca frecuencia de defecación, heces duras e, incluso, puede ir acompañado de incontinencia fecal y dolor abdominal. Los primeros pasos en el tratamiento incluyen la educación y el entrenamiento para ir al baño y el uso de laxantes. También se aconseja una adecuada ingesta de fibra y líquidos, así como la realización de actividad física regular.
En el tratamiento del estreñimiento se han estudiado diversos microorganismos probióticos. La combinación de B. breve M-16, B. infantis M-63 y B. longum BB536 en niños con estreñimiento resultaba tan efectiva como los laxantes. También mostró resultados positivos el uso de L. rhamnosus Lrc35, que era tan eficaz como el óxido de magnesio (efecto laxante), pero sin observarse efectos adversos como el dolor abdominal.
Elegir el probiótico adecuado es crucial para lograr un buen resultado. Por ello, lo más apropiado es ponerse en manos de un profesional de la salud actualizado, que puede seleccionar los microorganismos útiles en cada caso, la dosis y duración de la pauta.
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